Hoy os contamos para qué sirven estos “alambres” rojos que cuelgan de las cepas. Se trata de feromonas para la prevención de la polilla del racimo de la vid.
La polilla del racimo (Lobesia botrana) es un insecto que pone sus huevos en las flores y los racimos de uvas, eclosionando y liberando larvas, que pueden dañar flores, bayas y racimos, y por tanto, comprometiendo la producción y la calidad de las uvas, ya que estas heridas pueden afectar directamente a flores y racimos, y también indirectamente, facilitando la entrada de ciertos hongos y así la podredumbre y acetificación (avinagrado) de las propias uvas.
Cada una de las generaciones causa unos daños concretos. Cuando son larvas (1ª generación) no provocan casi daños, mientras que en las generaciones posteriores (2ª y 3ª generación) provocan graves daños al alimentarse de los frutos. Por ello, son claves los meses de abril, junio, julio y septiembre, ya que así combatiremos la primera, segunda y tercera generación de larvas respectivamente.
Un método muy eficaz para combatir a esta polilla es el uso de difusores de feromonas. Estos difusores, en forma de alambre rojo, liberan lentamente las feromonas femeninas, de forma que los machos no son capaces de encontrar a las hembras. También se llama a esta técnica de confusión sexual. De esta forma, la procreación es muy limitada, mitigando así los efectos de sus pequeñas orugas.
Tiene la ventaja de no usar insecticidas químicos, que también atacan a la fauna auxiliar, la cual puede ayudarnos a combatir otras plagas. Por lo tanto beneficiamos al medio ambiente y a los consumidores. En conclusión, es una técnica más sostenible que cualquier producto químico o insecticida.
Por todo ello, la función de los “alambres” rojos es muy importante en nuestros viñedos, ya que nos protegen de la polilla del racimo de la vid.
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